"Si un hermano te pide
que camines con él una milla, que le acompañes dos".
En el repaso de este
maravilloso curso y de este hermoso año 2015 al que se lo he dedicado me ha
conectado tanto este texto que quiero compartir contigo…
Ciertamente no sugiere que le retrases en su viaje. Tu dedicación a un hermano
no puede tampoco retrasarte a ti. Sólo puede conducir a un progreso mutuo. El
resultado de una dedicación genuina es la inspiración, palabra que, si se
entiende correctamente, es lo opuesto a la fatiga. Estar fatigado es estar
des-animado, mas estar inspirado es estar en el espíritu. Ser egocéntrico es
estar des-animado, mas estar centrado en Sí Mismo, en el buen sentido de la
expresión, es estar inspirado o en el espíritu. Los verdaderamente inspirados
están iluminados y no pueden morar en las tinieblas.
Un
buen maestro clarifica sus propias ideas y las refuerza al enseñarlas. En el
proceso de aprendizaje tanto el maestro como el alumno están a la par. Ambos se
encuentran en el mismo nivel de aprendizaje, y a menos que compartan sus
lecciones les faltará convicción. Un buen maestro debe tener fe en las ideas
que enseña, pero tiene que satisfacer además otra condición: debe tener fe en
los estudiantes a quienes ofrece sus ideas.
Muchos
montan guardia en torno a sus ideas porque quieren conservar sus sistemas de
pensamiento intactos, y aprender significa cambiar. Los que creen estar
separados siempre temen cambiar porque no pueden concebir que los cambios sean
un paso hacia adelante en el proceso de subsanar la separación. Siempre los
perciben como un paso hacia una mayor separación, debido a que la separación
fue su primera experiencia de cambio. Crees que si no permites ningún cambio en
tu ego alcanzarás la paz. Esta marcada confusión sólo puede tener lugar si
sostienes que un mismo sistema de pensamiento puede erigirse sobre dos
cimientos distintos. Nada puede llegar al espíritu desde el ego, ni nada puede
llegar al ego desde el espíritu. El espíritu no puede ni reforzar al ego, ni
aminorar el conflicto interno de éste. El ego en sí es una contradicción. Tu ser
y el Ser de Dios están en oposición. Y lo están con respecto a sus orígenes,
rumbos y desenlaces. Son fundamentalmente irreconciliables porque el espíritu
no puede percibir y el ego no puede gozar de conocimiento. No están, por lo
tanto, en comunicación, ni jamás lo podrán estar. El ego, sin embargo, puede
aprender, aún cuando su hacedor esté desencaminado. Este, no obstante, no puede
hacer que lo que fue infundido con vida sea completamente exánime.
Aprender
y enseñar son los mayores recursos de que dispones ahora porque te permiten
cambiar de mentalidad y ayudar a otros a hacer lo mismo. Negarte a cambiar de
mentalidad no conseguiría probar que la separación no ocurrió. El soñador que
duda de la realidad de su sueño mientras todavía está soñando no está realmente
sanando su mente dividida. Tú sueñas con un ego separado y crees en el mundo
que se basa en él. Todo ello te parece muy real. No puedes deshacerlo sin
cambiar de mentalidad al respecto. Si estás dispuesto a renunciar al papel de
guardián de tu sistema de pensamiento y ofrecérmelo a mi, yo lo corregiré con
gran delicadeza y te conduciré de regreso a Dios.
Todo
buen maestro espera impartir a sus estudiantes tanto de lo que él mismo ha
aprendido que algún día dejen de necesitarle.