HOMENAJE A UN PÁJARO LOCO

Quizás no por casualidad he decidido hoy partir rumbo a mi nueva película y justo hoy publico esta carta de despedida de un pájaro loco. Quizás no estaba tan loco o quien sabe.... se ha hecho mayor... más adelante escribirá un amigo enamorado llamado Bernardo.
Lo cierto es que hoy y después de 7 veranos en tarifa y de viajes sin parar... Cuelgo las botas. Dejo en manos del destino a donde me quiera llevar, otra vez. Lo que siento, a algo nuevo y mucho mas humano , con los pies en la tierra.
Han sido unos años en los que sobre todo he conocido a una gran familia , la familia del alma que todos nos gustaría tener... siempre ha sido y será la moneda que me falta. En este día de la partida hacia nuevas singladuras, quiero dar las gracias por vuestra paciencia y pedir humildemente que seáis pacientes con este humano que aun le queda mucho para hacer todo lo que dice....
Ha sido un verano duro pero el que necesitaba mi nuevo papel de hijo del hombre.
Ahora me toca reinventarse , no se como ... pero seguro no les va a gustar a muchos de la vieja película... ya me pasó hace siete años y es algo que no se puede evitar. Por dentro sigo siendo el mismo y cuando reconozco un amigo de alma en su mirada.... ya se queda en mi corazón.
Gracias por venir, por estar y sobre todo por continuar pase lo que pase....

Sin más os dejo con una parte muy pequeña del relato que de mi hace un amigo de alma que no me conoce mucho o si... No se... Con vosotros Bernardo Honda... gracias

Ya, hace 4 veranos que conocí por casualidad a un encantador de corazones, nos conocimos como se conocen las mañanas que nos asaltan en cada amanecer, como nace la luz del día, como nacen las criaturas sin saber. Nos conocimos por casualidad, o quizá no.
Nos conocimos porque debíamos conocernos, porque dos almas terrenas se imantaron en ese punto del tiempo histórico. Quizá no existe nada perpetuo pero todo se hace eterno una vez que estuvo unido. Fue en Agosto del 2007, fue en compañía de un reciente amigo que nos presentó, éste me tendió su mano al regalarme su corazón con las puertas abiertas de su casa, su hogar, su proyecto de vida, su Lola, compartiendo su sueño que se ha visto bellamente hecho realidad. Cuando conocí al joven viejo Encantador, surgió en mi cerebro una atracción mágica y enigmática, reconociendo en su persona una mezcla de inteligencia natural, sabiduría del alma y sonrisa como escudo protector. Hablaba mucho del ser humano, y mucho sobre sí mismo, sobre cómo experimentaba intensamente los efectos de ser en un mundo de apariencias y en un mundo en el que otros también son. La búsqueda de si mismo donde siempre hemos estado. A veces ser humano, a veces animal, Joel se expresaba como un encantador de serpientes, como un pájaro loco, como un águila majestuosa tatuada en su espalda, como un caballo blanco, como una gacela inocente, con toda la pasión, con mucha intensidad, sin vehemencia, sin disturbio, con espontánea alegría, con conciencia social.
Estando en conversación de grupo, hablábamos juntos y podía ver caras de asombro entre nosotros, a veces incredulidad, pero siempre de aceptación de su espíritu, y cuando habíamos charlado tan solo dos o tres veces, antes de conocerle pude identificar que se trataba de un amigo invisible, de la persona a la que acudes porque a veces se ha convertido en la almohada del alma, en el reposo de ideas de tormenta o en el oasis que refresca el desierto de la soledad, pero ser amigo de Joel significa acostumbrarse a llevarle siempre contigo y a abrazarle una vez cada mucho tiempo. Va y viene, pausado y no se detiene. Alarga sus estancias en geografías sin multitudes y de repente un resorte automático enciende el motor de su máquina de investigación, busca iluminar su camino, y con ello aprovechar la luz para el resto de los que caminamos.
Después de estos cuatro años, a este nómada del espíritu no le he visto, a este intenso amante de sí mismo no le he escuchado, a esta desinteresada fuente de agua limpia solo se le siente, y así consigue iras y amores, porque decir adiós es hacer nacer algo. Y cada vez que se despide deja un poso imborrable de su intensidad. A veces loco, y tras cuatro años algo menos loco, le he sentido con aurea pero sin brillo humano, las experiencias de los años nos hacen dudar porque sabemos más, para un investigador dudar es la garantía de su éxito, y para un investigador del alma la duda le puede convertir en ecuánime ponderado sabedor.
Hoy por hoy, pido al destino que si tengo que decir adiós a este loco intenso de pacífica presencia, pueda al menos cada cuatro años volver a abrazar la sonrisa que trasmite su gesto de maestro de largos cabellos blancos y de viejo lobo de mar, curtido por los vientos que azotan su velero: maestro y marinero, ambos con manos nobles....