Hoy es uno de esos
días que me apetece escribir. Tengo sentimientos encontrados, tengo ganas de compartir.
Estos días en
Galicia están siendo durillos, soy consciente que es lo que me toca aprender.
Las dinámicas, los cursos están moviendo cada vez mas energías, cada vez es mas
fuerte las emociones que desatan. Tengo que reconocer que para mí es un trabajo
diario, un curro completo día a día en estas tierras con mi
ego, con el condicionamiento y las personas... Reconozco que no es
nada fácil y que aun me lo tengo que trabajar más cada minuto...
Creo que para cada
uno siempre hay la lección precisa, es como en el colee, cuando te sabes la
tabla del dos, te llega la del tres. Siempre hay lecciones por aprender.
Este último curso de un fin
de semana entero de Reiki dos ha sido uno de los más profundos y duros que
recuerdo. Las personas eran las que tenían que estar, las energías que se
movieron eran precisas y exactas. Me siento que al principio era como el Bayer
al barsa, una paliza... Después uno le va sacando los aprendizajes que te has
traído y en sueños (pesadilla) hasta puede ver que me tocaba un premio...
El premio ha sido
ver que vamos por el buen camino, que aunque tengamos procesos de limpieza, de depuración,
de movimiento interior... es lo que tiene que ser. Después de la noche me
dieron la claridad que no soy yo, ni el Reiki, ni el chamanismo. Es cada
persona que a través de estos canales que somos se van para su casa con menos
mochila. Aun siendo el proceso duro, confió en que merezca la pena.
Creo también que
después de esta experiencia me voy a quedar con el curso dos de transformación
y que el curso de Chamanismo lo voy a proponer como un curso aparte para el que
quiera aprender este tipo de terapia. Creo que aunque las personas se ríen, no
todas las personas estamos preparados para este tipo de energías...
A todos los que
participasteis gracias de corazón, os paso junto al regalo hermoso de las
galletitas de Laura de Sevilla un cuento de galletitas...
A una estación de
trenes llega una tarde, una señora muy elegante. En la ventanilla le informan
que el tren está retrasado y que tardará aproximadamente una hora en llegar a
la estación.
Un poco fastidiada, la señora va al puesto de diarios y compra una revista, luego pasa al kiosco y compra un paquete de galletitas y una lata de gaseosa.
Un poco fastidiada, la señora va al puesto de diarios y compra una revista, luego pasa al kiosco y compra un paquete de galletitas y una lata de gaseosa.
Preparada para la forzosa espera, se sienta en uno de los largos bancos del andén. Mientras hojea la revista, un joven se sienta a su lado y comienza a leer un diario. Imprevistamente la señora ve, por el rabillo del ojo, cómo el muchacho, sin decir una palabra, estira la mano, agarra el paquete de galletitas, lo abre y después de sacar una comienza a comérsela despreocupadamente.
La mujer está indignada. No está dispuesta a ser grosera, pero tampoco a hacer de cuenta que nada ha pasado; así que, con gesto ampuloso, toma el paquete y saca una galletita que exhibe frente al joven y se la come mirándolo fijamente.
Por toda respuesta, el joven sonríe... y toma otra galletita.
La señora gime un poco, toma una nueva galletita y, con ostensibles señales de fastidio, se la come sosteniendo otra vez la mirada en el muchacho.
El diálogo de miradas y sonrisas continúa entre galleta y galleta. La señora cada vez más irritada, el muchacho cada vez más divertido.
Finalmente, la señora se da cuenta de que en el paquete queda sólo la última galletita. “No podrá ser tan caradura", piensa, y se queda como congelada mirando alternativamente al joven y a las galletitas.
Con calma, el muchacho alarga la mano, toma la última galletita y, con mucha suavidad, la corta exactamente por la mitad. Con su sonrisa más amorosa le ofrece media a la señora.
- ¡Gracias! - dice la mujer tomando con rudeza la media galletita.
- De nada - contesta el joven sonriendo angelical mientras come su mitad.
El tren llega.
Furiosa, la señora se levanta con sus cosas y sube al tren. Al arrancar, desde el vagón ve al muchacho todavía sentado en el banco del andén y piensa: " Insolente".
Siente la boca reseca de ira. Abre la cartera para sacar la lata de gaseosa y se sorprende al encontrar, cerrado, su paquete de galletitas... ¡Intacto!
Creo que estuvo
muy buena la limpia del loco de Jodoroswki que os paso en este video, espero
que os guste...
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